
SOBRE MÍ
Soy Samara Martínez, conferencista, creadora de contenido y defensora de la dignidad humana en cada etapa de la vida. Pero, antes que todo eso, soy una mujer que aprendió a transformar el dolor en propósito.
Soy periodista por la Universidad Autónoma de Chihuahua, máster en Desarrollo Humano por la Universidad La Salle y también cuento con una especialidad en cobertura periodística de crisis y conflictos sociales por la Universidad Complutense de Madrid, en España. De igual manera, me desempeño como catedrática e investigadora.
Hace más de una década mi vida cambió por completo. Enfrenté enfermedades crónico-degenerativas, tratamientos que me pusieron al límite y procesos que me enseñaron que la fortaleza no siempre se mide en músculos, sino en la capacidad de levantarte cada vez que la vida te pone de rodillas. He pasado por diálisis, trasplantes y duelos profundos… pero también por renacimientos que me recordaron que aún en la fragilidad, se puede brillar.
Desde entonces, decidí hacer visible lo invisible: dar voz a quienes viven con enfermedades que no siempre se ven, pero que pesan y transforman. Así nació mi causa, mi trabajo y mi propósito.

Soy fundadora de Hemodiálogos, el primer grupo de apoyo emocional para pacientes con enfermedades crónicas y sus familias en el estado de Chihuahua, reconocido con el Premio Estatal de la Juventud. También soy creadora digital, con una comunidad de miles de personas que día a día buscan esperanza, información y acompañamiento en medio de sus propios procesos de salud.
Mi camino me ha llevado a hablar en universidades, congresos y foros donde he descubierto que mi historia no se trata solo de enfermedad, sino de resiliencia, humanidad y trascendencia.
De esa búsqueda nació Ley Trasciende, una iniciativa que representa mi compromiso más profundo: defender el derecho a decidir y dignificar la vida hasta el último momento. Porque creo que acompañar, cuidar y amar también es permitir partir con libertad y respeto.
Hoy vivo para inspirar a otros a no rendirse, a encontrar propósito incluso en lo más incierto y a recordar que la vida —incluso en la vulnerabilidad— sigue siendo una oportunidad para dejar huella.
Porque la vida, incluso en medio de la tormenta, merece ser vivida con sentido, amor y libertad… hasta el último aliento.




